Los jóvenes de siempre

Una entrevista al Ing. Agr. Jorge Toranzo

Por Walter Nievas. CPIA Río Negro

Jorge Toranzo cuenta con una extensa trayectoria que incluye haber sido investigador y docente en las Universidades de Córdoba y La Rioja, extensionista en INTA, técnico de empresas como Kleppe, Univeg Expofrut, Cheminova y Emelka; Director de INTA Alto Valle, Director de Cultivos Intensivos de SAGyP, consultor privado y colaborador del Suplemento +P de La Mañana de Neuquén.

En ocasión del día del Ingeniero Agrónomo, resumimos un viaje a través de su experiencia profesional y de sus reflexiones sobre el sector y el país.

La generación del 80

El inicio de tu carrera fue como docente e investigador y luego como extensionista …

Con 23 años egresé de la Universidad Nacional de Córdoba en 1974, y empecé como Ayudante de Cátedra de Fitopatología y luego de Terapéutica Vegetal. En 1977 me traslado a la Universidad de La Rioja como Profesor de Fitopatología y en 1978 gano una beca para ingresar en INTA junto con el Ing. “Colorado” Ricardo López. Yo elijo la Extensión porque quería tener una visión más integral de los cultivos antes de ser investigador, y voy a la Agencia de Cipolletti, con Ebert Bonavento como Jefe, y el Colorado va a la Agencia de Villa Regina, donde el Jefe era Ángel Salomon. De alguna manera, ellos, con su experiencia y con el reconocimiento que tenía entre los productores, me marcaron el camino. 

¿Y cómo era hacer Extensión en esos días?

Teníamos que estar en contacto directo y permanente con los productores. Había que visitar 3 o 4 productores por día, llevar un registro de las consultas y de nuestras recomendaciones. Luego volvíamos a la agencia, charlábamos sobre lo ocurrido en la jornada y evaluábamos junto al Jefe de Agencia cómo nos habíamos manejado. Era la forma de trabajar del Servicio de Extensión. Yo organizaba encuentros con grupos de 5 o 6 productores en Campo Grande y Cinco Saltos, veíamos problemas y soluciones, observábamos el impacto de los plaguicidas, de los raleadores químicos o de la poda, mediante una metodología demostrativa y participativa; los llamé Grupos de Experiencias Compartidas.

En la vieja Experimental de INTA en J. J. Gómez, con los jóvenes Ricardo López (centro) y Miguel Tassara (derecha). 1978.

¿Cómo fue pasar del sector público al sector privado?

Con el apoyo de INTA y del Dr. Max Williams (Washington State University), en 1985 consigo una beca para realizar una maestría en Fruticultura en la Universidad de Washington, lo que me hubiera permitido avanzar hacia un doctorado, pero en un contexto de hiperinflación y con una diferencia salarial muy marcada, me ofrecen retornar a la firma Kleppe como Gerente de Producción en reemplazo de José “Pepe” Barria, quien se iba a El Caldero, la chacra de Kleppe en Belisle. Ese cambio fue una decisión difícil y en cierto modo traumática, porque yo quería ser investigador. En esa época Kleppe tenía 6 o 7 chacras propias y varias alquiladas. Para mí eso implicaba otro nivel de exigencia y de compromiso, con la responsabilidad de gestionar todo lo relacionado a la producción. Allí empecé a ver la fruticultura en un contexto general y como dicen ahora, de manera holística.

Integraste la primera camada de profesionales que empezaban a trabajar en las empresas

A fines de los 70, las empresas ya tenían la política de contar con sus propios técnicos en producción primaria y en poscosecha. Podría decirse que fui parte de la primera generación de colegas que de manera masiva empieza a trabajar como gestionadores en las distintas firmas del Valle, a viajar al exterior para asistir a Congresos, visitar chacras, empaques y frigoríficos, ver tecnología, contactar a otros profesionales. Para mediados de los 80 se invierte la corriente, los colegas chilenos ya habían dejado de venir y ahora nosotros empezábamos a ir allá. Trabajar en Kleppe y luego con Univeg/Expofrut me permitió conocer la fruticultura de Chile, Brasil, USA, Inglaterra, Holanda, Bélgica, España, Italia, Sudáfrica y Nueva Zelandia.

Con el Profesor Dr. Max Williams (Washington State University) a la izquierda, el Profesor Dan Strydom, (Stellembosch University, Sudáfrica) a la derecha. 1998.

Primavera silenciosa

Contanos lo que pasaba en una chacra promedio del Valle en los 80

Carpocapsa era el problema principal y las arañuelas también. Aún había montes tradicionales de 8 x 7 hasta 10 x 10, plantas de 7 metros de altura, escaleras de 14 escalones en las que había que pararse en el último escalón. Red tradicional y algo de otros clones como Chañares y Hi Early, poco de frutas carozo. La gramilla y el sorgo de Alepo eran de difícil control, no estaba generalizado el glifosato ni los graminicidas específicos, y se utilizaba  guadaña en montes con puntales. Los clorados ya se terminaban y los fosforados como parathion estaban a full. Como el bicho de cesto era un problema, a fines de los 60 se introdujo el camoatí para combatirlo, pero no se dispersó hasta que se dejaron de usar los clorados y fosforados. Los piretyroides empezaron en el 83, a veces con varias aplicaciones a dosis un poco altas. Recuerdo que un productor de Campo Grande viene a la Agencia porque decía que las plantas de manzanas en flor “estaban raras”. Voy a la chacra y cuento 20 o más arañuelas por hoja. El hombre usaba intensamente deltametrina por su bajo costo. Esa era la primera vez que, de manera contundente, se manifestaba el impacto de los agroquímicos sobre predadores y parásitos.

¿Fuiste uno de los artífices del programa de Carpocapsa?

En el 93, viajé a Brasil como referente de la Comisión Técnica de CAFI, a una reunión de Mercosur sobre sanidad, y el presidente de la Asociación de Productores de Manzanas de Brasil, el Sr. Borges, nos dice que van a declarar plaga cuarentenaria A2 a carpocapsa. Ante esa situación presenté a IASCAV, el Instituto Argentino de Sanidad y Calidad Vegetal, antecesor de SENASA, un programa integral con distintos componentes, basado en la experiencia aportada por el Ing. Gustavo Muslera, Gerente de la Asociación Fitosanitaria del NOA (AFINOA), quien junto a IASCAV en esa época llevaban un programa de mitigación de cancrosis de cítricos (Xanthomonas citri subsp citri). IASCAV lo evalúa y mejora junto a la Dra. Liliana Cichon de INTA,. Así empieza a tomar forma lo que luego fue el Programa Nacional de Carpocapsa, se elige al Ing. Guillermo Ruso como coordinador y se contratan los técnicos de campo que trabajaban en las distintas localidades de la región.

Reunión sobre carpocapsa en la Cámara de Industria y Comercio de General Roca, con los Ings. (de izquierda a derecha) Julio Merlo, Gustavo Batistoni y Liliana Cichón. 1993.

¿Qué lectura hacés de la incorporación en su momento de las feromonas y de la perspectiva del uso de biocontroladores?

La confusión sexual fue una de las incorporaciones tecnológicas más importantes de la historia de la producción primaria del Valle, ya que permitió el control de una plaga cuarentenaria que condicionaba comercialmente al sector. La biofábrica era un tema que la Dra. Liliana Chichón creía necesario desarrollar, ya que en Argentina no había organismos públicos ni privados dedicados a la cría de biocontroladores para carpocapsa, y a nivel mundial cada vez había más limitaciones con los agroquímicos. INTA había detectado algunos biocontroladores entre los que destacaba Goniozus legneri, y venía trabajando con el CEMUBIO (Centro de Multiplicación de Biocontroladores) desde 2016, pero hacía falta financiamiento para escalar la producción. Se elabora un proyecto y siendo Director de la EEA Alto Valle, en 2017 lo presentamos en INTA y conseguimos una parte del financiamiento, que completamos luego de una gestión con el Ing. Ricardo Negri, Ministro de Agricultura de Nación; y en 2018, ya como Director de Cultivos Intensivos de SAGyP, participo en la inauguración oficial.

La curva de Rogers

¿Qué define que el productor adopte con mayor o menor facilidad una tecnología?

La adopción de tecnología es multicausal, incluye aspectos como el conocimiento, capacidad financiera, decisión de adoptar y gestión. El conocimiento puede estar, pero luego debe tener una gestión del proceso con un productor y su personal preparados. La decisión es un factor importante, por ejemplo el raleo químico es una práctica donde, en la mayoría de los casos, están todos los componentes para realizarlo pero a veces no está la firme decisión de efectuarlo correctamente, y se tiene temor al sobre raleo, y se realiza de manera incorrecta.

Con fruticultores de Río Colorado diciendo “No hay que tener miedo a sacar ramas”. 1992. Foto Ing. R. De Rossi.

¿De qué manera se está modificando hoy el acceso a la información técnica?

El productor siempre es más propenso a la radio o televisión que a leer. Los artículos del diario los leen algunos y si el título los atrapa, si el contenido es concreto y si se lo recomendaron. Ahora los medios digitales permiten llegar al productor de manera directa y direccionada. Antes, las empresas tenían técnicos que asesoraban al productor que les entregaba fruta, y lamentablemente esto ha disminuido y también se redujo la cantidad de productores; por lo que organismos como INTA tienen una oportunidad para incrementar su contacto con estos productores, asesorarlos, transferir tecnologías a través de metodologías participativas sumando esto a las otras acciones que la institución realiza actualmente.

Además de la Confusión Sexual, ¿qué tecnologías fueron decisivas en el sector?

En los 70, el cambio de monte tradicional con puntales, a espaldera, que si bien tenía mayor costo, facilitó el control mecánico de malezas y el triturado de ramas, mejoró la calidad de las pulverizaciones y propició la mecanización. Las ayudas mecánicas permiten que se suba cualquiera a la plataforma por su menor exigencia física, aunque no están del todo difundidas por costo, escala y falta de líneas de financiamiento, pero facilitarían que los jóvenes se enganchen más con el trabajo rural y habría menos accidentología. Debería haber más empresas de servicios para el productor chico que no va a comprar estas ayudas mecánicas por su escala; ahí el contratista sería la figura ideal ya que es mejor que la política de intentar compartir maquinarias que se promovía en su momento. Por su parte, la malla es un cambio importante al disminuir los daños por sol y granizo. Una tecnología muy poco adoptada es el fertirriego por goteo, esta técnica usada como complementaria del riego por manto podría permitir un mejor estado de las plantas e incrementar rendimientos y calidad. Para todo esto es imprescindible que haya créditos acordes a la actividad, menos trabas para importar, y una política macroeconómica adecuada y estable en el tiempo, ya que no puede haber cambios bruscos cuando hay inversiones importantes. Finalmente, un programa de mejoramiento hubiera sido deseable. En 1978, estando en INTA, en una reunión pregunté al Ing. Delio Calvar, que exponía sobre los logros con el mejoramiento en tomate para industria, por qué no se hacía algo así en manzanas, y me respondió que en frutales era un proceso de largo aliento, al menos de 20 a 25 años. Bueno, pasaron 46 años y no tenemos nada. Son entendibles las dificultades para financiar un programa de 20 años por parte del sector público y también la falta de interés del sector privado para aportar fondos de manera asociativa, aunque quizás se podría haber desarrollado un buen programa de selección permanente de clones mejorados de Red, multiplicarlos y ponerlos a disposición de los productores.

En ANA Chile (Andes New Varieties Administration) con Luis Fernández (derecha) y Javier Lojo, periodista (izquierda). 2013.

Con Joaquim Carbó, de IRTA., en la Estación Experimental Mas Badía, España. 2017.

Con un nivel bajo de recambio generacional para dar sostenibilidad a la figura del productor, ¿visualizás el ingreso de nuevos jugadores que ocupen ese espacio?

El recambio generacional hoy es muy bajo, esta situación se da en muchos países. En Europa no se sabe cuánto tiempo más se va a poder sostener a los agricultores pese a los beneficios de la PAC[1], los jóvenes no priorizan quedarse en el campo y la población rural va envejeciendo. En el Valle, ya terminó la etapa de los nuevos productores que venían de otras profesiones, petroleros, comerciantes, médicos, que dependían de otros para el control de gestión y la comercialización. Nadie invierte U$S 50 o 60000 para esperar hasta el 6to año, prefiere meter esa plata en otro sector de la economía con menores riesgos. Para el ingreso de nuevos jugadores es imprescindible que haya políticas macroeconómicas estables, sin sorpresas, que alienten las inversiones de mediano y largo plazo. Por ahora creo que lo que va a suceder es la consolidación de los productores frutícolas con cierta escala y que vayan incorporando mejoras tecnológicas que le permitan obtener mas fruta embalada por hectárea. Los productores chicos y medianos irán remplazando la pera por manzana, sobre todo clones full color de Red, y Granny como polinizadora o variedad principal en suelos de buena calidad.

[1] Política Agraria Común, sistema de subsidios al agro de la Unión Europea.


Con el Dr. Antonio Yuri, en el Centro de Pomáceas de la Universidad de Talca, Chile. 2013

¿Imaginás el paisaje de un Valle como un mosaico de cultivos diversificados, o un Valle ultra especializado en frutas de pepita?

En el corto plazo el paisaje es desalentador. En Villa Manzano, Cordero, Cinco Saltos y zonas de Cipolletti hay muchas chacras semiabandonadas o abandonadas. En menor escala sucede en Allen, pero allí se agrega la explotación petrolera. En el mediano plazo, con un país sin una política de estado que dé estabilidad macroeconómica, es difícil y arriesgado invertir en proyectos de mediano o largo plazo. Veo un Valle como un mosaico compuesto por diversidad de actividades donde prevalecerá la pepita y donde se reemplazarán peras por manzanas, ya que si bien el consumo per cápita es de 5 kg/año, en el pasado llegó a 12 kg, por lo que hay lugar para crecer en el mercado interno y enviar 500 mil tn en lugar de las 250 mil actuales. Además, los productores con la manzana pueden manejar ellos su negocio usando la estructura de frío para comercializar. Los más pequeños que se manejan en mercados de cercanía, perfectamente pueden diversificar con superficies chicas de uva de mesa, higueras, carozo, hortalizas agroecológicas o biodinámicas, y pueden acceder al comercio electrónico en redes.  Los forrajes, sólo con una escala que le permita vivir, para utilizarlo en la alimentación de animales para producción cárnica o solamente con el fin de mantener la calidad de la tierra.

Un negocio de resta

¿Y cómo sigue el sector frutícola en ese contexto?

La Región Pampeana es muy competitiva en cereales y oleaginosas pese a las retenciones, pero en fruticultura no somos competitivos. La macroeconomía y la estabilidad económica y política es lo que define. La fruticultura es un negocio de resta. El consumidor está dispuesto a pagar un precio, al que se le resta la parte del minorista, la del mayorista, la logística, la gestión de exportación, el empaque, el frío, y recién lo que queda es para el productor. La forma de cambiar eso es que el productor haga su propio negocio, por ejemplo, guardar la fruta en frío y así manejar su propia comercialización. Si no se entiende eso, no se entiende el negocio de la fruticultura. Esto pasa en todo el mundo, pero cambian la acumulación de errores, la responsabilidad de cada actor y la organización. Si se acuerda que el galpón sólo reciba fruta con determinados estándares de calidad, y si eso no lo respetan ni el productor ni el propio galpón, luego se traduce en problemas y siempre gana el que tiene más poder. En Nueva Zelanda y Sudáfrica los productores chicos siempre respetaban los estándares de calidad que mandaban al board, el ente que les recibía y comercializaba la fruta. Al desaparecer el board, desaparecieron gradualmente los productores chicos y aparecen las grandes firmas. El negocio de la fruta no lo pueden hacer los chicos de manera desarticulada, individual. En Italia los chicos están agrupados en grandes cooperativas que además se están fusionando para tener mayor poder de negociación frente a las cadenas de hiper y supermercados. Aquí los sistemas cooperativos o asociativos no han sido exitosos, lamentablemente.

Con colegas y productores en una jornada a campo de frutas de carozo en Alto Valle. Jorge a la derecha, en primera fila, entre los Ings. G. Batistoni y S. Garrido. 2024. Foto INTA Alto Valle.

Los jóvenes de mañana

¿Qué capacidades debería tener el profesional en la actualidad?

Un buen conocimiento de los aspectos importantes de la producción de cualquiera de las cadenas, disposición a aprender, preguntar lo que no sabe o no comprende, escuchar las experiencias de los demás y dedicarle tiempo, esfuerzo y pasión a lo que elija. Debería capacitarse en tecnologías blandas, cómo gestionar un grupo de trabajo, un establecimiento, el relacionamiento con las personas, cómo manejar conflictos.

¿Qué recomendarías al joven colega que se acaba de recibir y va a entrar al mercado laboral?

Si tiene posibilidades, que se tome un año sabático para viajar, ver la realidad en el mundo, ver otras experiencias, otras sociedades y culturas, otros modelos, ver qué se hace en otros lugares, cómo se hace, cómo se manejan los colegas, tener una lectura sistémica del negocio. Y también para descubrir cuál es su verdadera vocación, ser asesor, investigador, docente, emprendedor u otra cosa. No sería un año perdido, sino varios años ganados.

Dos generaciones de técnicos. Con el Ing. Gabriel Podgornick en una fría mañana en el Valle. 2024