Esta nota analiza las principales problemáticas que enfrenta el sector frutícola actual en su transición hacia la Fruticultura 4.0. La escasez de mano de obra y el retraso tecnológico son los principales obstáculos que deberán sortearse para poder alcanzar una fruticultura de precisión.
En el mundo en general y en la Argentina en particular existen serios problemas de disponibilidad de personal para trabajar los cultivos frutihortícolas. Una paradoja del mundo moderno, dado que la población crece, pero hay menor disponibilidad de mano de obra rural. Existe una fuerte competencia por el capital humano, ya que la calidad de trabajo y expectativa de salarios de otras actividades como el turismo, la minería, el petróleo, la construcción y los servicios resultan más atractivos que las tareas rurales de la frutihorticultura.
La productividad del trabajo frutícola en el sector primario, no se incrementó en la misma magnitud que en la producción industrial o en otros sectores de la agricultura como los commodities. Esta afirmación se sustenta en un análisis histórico respecto a cómo se realizaba la cosecha de trigo a principios del siglo XX: el trigo se cortaba a mano, se engavillaba y se trillaba en máquinas estacionarias donde se transportaban las gavillas en chatas y, finalmente, se embolsaba a mano. Del mismo modo, los rendimientos de producción crecieron de forma significativa debido al aporte de la genética. En ese sentido, es posible afirmar que la productividad en este sector aumentó significativamente, producto de la incorporación de tecnología.
En la fruticultura, a excepción de la incorporación de los cajones bins y algún incremento de la producción por el uso de nuevos portainjertos y sistemas de conducción, la productividad de la mano de obra comparada con la de principios del siglo XX es prácticamente la misma. En este sector, también se destacan algunas tareas que se mecanizaron tempranamente como la aplicación de agroquímicos y el laboreo de suelos que contribuyeron a un aumento de la productividad.
En el caso de los cultivos extensivos, el aumento de la productividad no generó una salida de trabajadores del sistema, sino que los reorientó al sector agroindustrial en donde las condiciones de trabajo y los salarios son superiores. Un proceso conocido en los últimos años como la “Industrialización del agro”.
A mediados de los años 80, el sector frutícola comenzó a incorporar sostenidamente máquinas para aplicar herbicidas en la fila de los árboles, las trituradoras de ramas, las hileradoras, los cultivadores de fila, las desmalezadoras anchas, la nivelación laser y otros equipos que permitieron disminuir costos de producción.
Hacia fines de esa década, la Argentina comenzó a importar las primeras plataformas automotrices provenientes de Italia y del Norte de Europa. Esto impulsó a algunos innovadores locales a fabricar plataformas artesanales arrastradas por el tractor. No obstante, la falta de visualización sobre la problemática de la mano de obra, discontinuó aquellas iniciativas.
En los últimos años se profundizó la preocupación por la problemática de la falta de mano de obra, la necesidad de la mejora de su productividad y mejores condiciones de los trabajadores en la frutihorticultura. Esta problemática indujo a un renovado interés por la introducción de plataformas automotrices para poda, cosecha y labores culturales.
Algunas observaciones sobre el uso de plataformas:
> En general, las plataformas automotrices presentan un umbral de conveniencia económica con un incremento de la productividad del 30– 35%. Estos niveles de incremento de la capacidad operativa son compatibles con los conseguidos en la región y los señalados para otras regiones del mundo.
> Se obtienen muy buenos incrementos en la productividad en raleo, colocación de dispenser para control por método de confusión sexual y poda.
> El aumento de la productividad dependerá de cada sistema productivo. En los sistemas no adaptados para la mecanización, no se obtendrán incrementos significativos.
> La cosecha es la tarea que requiere mayor grado de organización de la empresa.
> Las plataformas también facilitan otras tareas culturales (Monitoreo, colocación de aspersores, mallas antigranizo, colocación de alambres, atado, ortopedia, etc.)
> En general en la poda con plataformas y tijeras neumáticas se corta menos y se corta mayor diámetro. La experiencia demuestra que esto no modifica la producción, ni la calidad de los frutos.
> Las plataformas estimulan el ritmo de trabajo de un equipo.
> Con ayudas mecánicas hay una clara disminución de golpes de fruta en cosecha.
> Las plataformas igualan las posibilidades de productividad de aquellos operarios expertos, con los no preparados para el manejo de escaleras.
> El uso de plataformas es inclusivo, ya que amplía la base de aspirantes a trabajar en tareas frutícolas sin distinción de género y brinda posibilidades a mano de obra diversa, incluyendo personas imposibilitadas para subir y bajar de escaleras varias veces durante la jornada.
> Las plataformas generan sostenibilidad en el trabajo frutícola pues amplía la base de aspirantes y permiten mejores condiciones de trabajo.
> Los accidentes vinculados al uso incorrecto de las escaleras se reducen significativamente.
> Es probable que en el futuro se observe una disminución de la incidencia de enfermedades vinculados a esta tarea profesional.
Para que la fruticultura vuelva a ser competitiva es necesario recuperar el tiempo perdido en la falta de adopción de tecnología. En la actualidad, la fruticultura convencional convive con aquella que comienza a incorporar innovaciones. A las ayudas mecánicas, se le suma la poda mecánica de la mano de nuevos sistemas de conducción que permiten el aclareo mecánico.
En el mundo, comienzan a difundirse modelos comerciales de sistemas de identificación de frutas para predecir el volumen de cosecha, lo cual permite organizar desde la logística hasta las ventas del producto. Es estos casos, la identificación digital de los frutos permitirá además avanzar sobre modelos comerciales de “robotización de la cosecha”.
El desafío de desarrollar sistemas para la elaboración de mapas de rendimiento en fruticultura será un aporte significativo para avanzar sobre la fruticultura de precisión.
En cuanto a la tecnología de aplicación de agroquímicos, imaginábamos que la nueva fruticultura demandaría innovaciones radicales, como la utilización de túneles de reciclado donde el producto que se escapa del blanco se recupera y recircula al tanque. Sin embargo, esta tecnología sólo se ha impuesto en producciones que cuentan con árboles de porte controlado como vides, frutas finas y, en menor medida, peras y manzanas.
En ese campo, el cambio se observa con la incorporación de sensores y electrónica a los equipos tradicionales, para detectar y cuantificar el tipo de blanco (altura y densidad de los árboles) y modificar las prestaciones de las pulverizaciones con la variación del blanco y el cambio de las condiciones climáticas.
Estamos viviendo un cambio de época marcado por la introducción de nueva tecnología que revolucionará las antiguas estructuras productivas.
En este sentido, la electrónica y las tecnologías de la información y comunicación generarán cambios tan profundos como lo hizo el motor de combustión interna en el agro y la industria.
¿Caminamos poco a poco hacia la Fruticultura 4.0?
Nota recuperada de Revista Agropost digital Nº 178 – CPIA