El hombre del agua y los suelos

Entrevista al Ing. Agr. Carlos Degele

Por Walter Nievas. CPIA Rio Negro

Carlos y su esposa Mirta en Luis Beltrán, 2023

Descendiente de alemanes del Volga[1] originarios de la localidad de Beinheim (actual Francia), Carlos es padre de tres hijos: Damián, radicado en Barcelona y trabajando en una empresa alemana; Yanina, maestra jardinera en Luis Beltrán y Pablo, técnico del DPA, quien reside en Cinco Saltos; y es además abuelo de cinco nietos. Egresado de la Universidad Nacional del Sur y con un profundo conocimiento de la complejidad de los suelos y de la red de riego y drenaje de Valle Medio, es un referente en la comunidad local de técnicos y productores. De hablar pausado y detallado, compartió con CPIA en su casa de Beltrán junto a su esposa Mirta, algunas de sus experiencias profesionales y de vida.

Un amor en Coronel Suárez

¿Y cómo fue el cambio desde la Provincia de Buenos Aires a la Patagonia?

Conocí a Mirta, mi esposa, en la secundaria de mi pueblo, Coronel Suárez, donde, tengo que decir además, que teníamos como compañero a Héctor Hofmann[2]. Terminé el secundario y fui a estudiar a Bahía Blanca a la Universidad Nacional del Sur, lugar en el que me especialicé en suelos. Ahí tenía una compañera que era de Valle Medio cuyo papá trabajaba en Agua y Energía[3] (AyE), quien me dijo que en Río Negro estaban por habilitar una sección nueva de suelos y necesitaban un ingeniero agrónomo especializado en ese tema. Viajé entonces a Luis Beltrán y me entrevisté con el Intendente de Riego, el Ing. Osvaldo Casamiquela, papá de Carlos, y me designan el 1 de septiembre de 1970 en la Oficina Técnica de Riego y Drenaje. Ya en esta zona, a pedido expreso de Casamiquela, también empecé a hacer docencia en la Escuela Agrotécnica del Colegio Salesiano, que tenía en ese entonces una reconocida Tecnicatura en Enología. Al mes de cobrar el primer sueldo en ambos lugares – nunca había visto tanta plata junta – nos casamos con Mirta y nos instalamos en una vivienda del Campamento de AyE, y ahí comenzamos nuestra vida en la Patagonia.

Contame cómo era la fotografía de Valle Medio en 1971

En 1971 Beltrán tenía 1.100 habitantes. Imagínate. Vos llegabas acá y era una maravilla. Se regaban 10.000 hectáreas. Era la época de los padres o abuelos de los chacareros que hoy quedan en actividad. Cómo sería que al día siguiente que llegué yo, arribó a la zona otro conocido tuyo, el Ing. Miguel Angel Tassara. Cuando Casamiquela se entera, me llama y me dice: – ¿Cuándo vamos a tener otra oportunidad que dos profesionales nuevos puedan ingresar a AyE?. Y ahí nomás convocó a Miguel y estuvo trabajando conmigo durante un año, para luego ir a Alto Valle donde finalmente se hizo cargo del Área de Climatología de la Estación Experimental de INTA. La fotografía de Valle Medio te la cuento bien porque en aquel momento me encargaron hacer un Censo Agrícola que se hacía con carácter de declaración jurada – y en el que ya en esa época no siempre se declaraba todo -. Se cultivaba mucho tomate para industria, mucho carozo, principalmente durazneros y también manzanas, casi todo en monte libre. Había 800 hectáreas de viñedos y varias bodegas como Buglione, la Cooperativa Agrícola, otras más en Chimpay y Belisle, y la de los Salesianos, donde los alumnos hacían vino. Recuerdo que estuve en la primera promoción de los peritos enólogos de los salesianos, invité al rector de la Universidad Nacional del Sur, vino el coro de la universidad, hubo una fiesta popular y como premio se había sorteado un tractor Fiat 0 Km, toda una movida fenomenal en aquella época.


[1] Colonos alemanes que se establecieron en la zona del río Volga en Rusia, donde conservaron su cultura, para luego, a principios del S XX, volver a emigrar a otros países, entre ellos Argentina.

[2] Más conocido como Sergio Denis.

[3] Empresa pública encargada de la producción, distribución y comercialización de energía eléctrica, así como la evaluación y construcción de obras de ingeniería hidráulica, creada en 1947 y cerrada en 1992.

Registrando datos en la Estación Meteorológica del campamento de Agua y Energía durante una nevada histórica de un año incierto.

El Estado se transforma

¿Cómo viviste el proceso de privatizaciones de los 90?

La etapa de las privatizaciones fue terrible. Te diría que fue maquiavélico. En AyE éramos 85 personas y de repente empieza esta situación en que se fuerza a la gente a optar por el retiro voluntario, que en realidad no era voluntario, porque te decían que te daban plata para que te retires, pero si no aceptabas a la larga te ibas a tener que ir igual. Algunos incluso evaluaban renunciar a los derechos propios del trabajador para intentar conservar su trabajo. Todos los días llegaba una circular nueva relacionada al despido de gente. Ibas a trabajar y no sabías si ese día iba a ser el último. Hasta que me desvinculan. Tenía 49 años y chicos estudiando, edad en que ya es muy difícil reinsertarse en el mercado laboral. Y el entonces gobierno provincial toma el tema como propio y decide reincorporar a 30 personas, entre las que estaba yo, y vuelvo al ruedo aunque cobrando un sueldo de recién ingresando, pese a que tenía ya 20 años de servicio. Ahí deja de existir AyE y empieza la etapa del Departamento Provincial de Aguas, en donde permanecí hasta jubilarme.

Inspeccionando el estado del Canal Principal del sistema de riego de Catriel junto a técnicos de DPA. Año 2007

Cómo reaccionaron los productores locales cuando tuvieron que organizarse en Consorcios de Riego?

En ese sentido reaccionaron bien, si bien en algunos casos se esquivaba la responsabilidad que implicaba manejar un sistema, porque un consorcio de riego implicaba crear y manejar una empresa que prestara servicios. Eso era una figura nueva, no había experiencia, había que dedicarle tiempo y muchos no querían o no podían hacerlo. Sin embargo, se hicieron muchas cosas buenas e interesantes y muchos consorcios terminaron funcionando bien.

En un taller de riego con productores de Valle Medio. Año 2005

El espíritu de la calicata

La importancia que se da al suelo no siempre estuvo en el puesto número uno. ¿Eso fue cambiando con el tiempo?

Para el productor promedio e incluso para muchos colegas, el suelo no era el principal problema, pero esa percepción ahora está cambiando. En algún momento simplemente se plantaba, incluso en altas densidades, sin dedicarle tiempo al suelo que estaba salinizado, para la rehabilitación. Esto no era un tema de formación universitaria, en la facultad había muy buenos docentes, pero indudablemente hay aspectos que están muy por encima del factor suelo que llevaban a hacer estas cosas. Actualmente este tema se está revisando y se está revalorizando al suelo como aspecto clave. Mirá, yo en los 80 paso a trabajar del área de riego al Laboratorio de Suelos, que tenía un equipamiento moderno, y se guiaba por el modelo americano de la Séptima Aproximación, según la cual los suelos se ordenan en clases de mayor a menor aptitud agrícola. Empezamos a abordar la recuperación de suelos salinizados, en contacto directo con los productores. Con ellos se verificaba el problema y se los ayudaba eximiéndolos del pago del canon de riego para que reorienten sus inversiones en la rehabilitación, y se los acompañaba técnicamente. La propuesta consistía en incorporación de yeso, uso de subsolador y otras labores específicas, mejoramiento y aumento de la densidad del drenaje parcelario, siembra de pasturas, en un período de hasta 10 años. Muchos aprovecharon la eximición del canon y nunca hicieron ninguna mejora, sin embargo, otros lograron resultados muy importantes y valiosos que permitieron reincorporar suelos al sistema.

Leyendo lo que dice el suelo en una calicata en Valle Medio. Año 20013

¿Qué recordás como significativo de aquellos años en la cuestión de adopción de tecnología en Valle Medio?

En esa época se empezaban a implementar las primeras espalderas para conducir frutales, pero hubo un hecho muy interesante: las primeras experiencias de riego por aspersión para controlar heladas. Había una empresa muy seria y muy reconocida de esos días que fabricaba los equipos y yo hacía el diseño y cálculo para la protección de los cultivos. Aún no estaba muy afianzado el concepto del momento óptimo para prender los equipos, lo que trajo muchos problemas y hubo productores que ya tenían los equipos y desistieron de usarlos. La empresa, preocupada, mandó a un especialista muy importante a ver qué pasaba. Hubo una reunión con los productores, que estaban muy enojados por una helada reciente en la que hubo problemas de control, y el especialista le pregunta a uno de los productores presentes en qué momento prendía el equipo. El productor, con total honestidad, le confiesa que prendía cuando escuchaba que su vecino arrancaba los motores, pero que la última helada el vecino se había quedado dormido, y entonces él no prendió. Esa situación, si bien transparentada con mucha sinceridad por parte del productor y manejada con pericia por parte del especialista, representaba un problema muy común en el tema adopción de tecnología en esa época.

Con productores y técnicos en un taller de riego en Río Colorado. Gentileza Ing. R. De Rossi (año 2011)

El valle donde el futuro siempre está por venir

En una escribanía local había un cuadrito con una nota del diario New York Times de los años 60 ó 70, titulada “Los 5 mejores lugares del mundo para vivir en el futuro”, y señalaba como uno de esos lugares a Valle Medio. Eso hoy es así?

Yo vi emprendimientos que se iniciaron con mucho entusiasmo y luego se abandonaron o ni empezaron. A veces, venía a consultarme gente para hacer estudios de suelos para comprar tierras e iniciar proyectos productivos, y después desaparecían. Creo que en esa cuestión influyen los problemas de falta de seguridad del país, la falta de previsibilidad de la economía. Aunque en Valle Medio haya buen clima y mucha disponibilidad de tierra y de agua, es difícil que alguien haga inversiones sostenibles a largo plazo si no hay certezas, si no hay seguridad ni previsibilidad para hacer inversiones. En este contexto de país, creo que las instituciones deberían trabajar juntas, deberían hacer acuerdos, tener un objetivo determinado y decir “vamos para ahí”.

Carlos, con impecable traje blanco, junto al Intendente Carlos Pedranti y un funcionario provincial, en un acto de inauguración de una obra pública en Luis Beltrán. Hace varios años atrás.

Cómo percibiste la etapa de los 80 y 90 del arribo a Valle Medio de las grandes empresas?

Hubo expectativa en lo referente a la contratación de mano de obra, aunque tengo que decir que en esos días se recurría al dicho popular de que los que estaban afuera querían entrar y los que estaban dentro querían salir. Yo no tenía gran expectativa de que se transformara la economía local, pero sí es cierto que se realizaron cosas muy importantes, cosas que antes nunca se habían hecho. Era muy notoria la capacidad de esas empresas para generar trabajo, para formar y profesionalizar gente, para hacer grandes inversiones en plantaciones, equipos, galpones, infraestructura, y eso es innegable. Algo similar ocurrió más recientemente con los emprendimientos en la costa del río con riego por pivotes, que hacen alfalfa o maíz y ganadería, entre otras cosas; antes esas tierras estaban absolutamente desperdiciadas y hoy producen y por ejemplo, de ahí se exportan megafardos.

Qué escenario habría hoy si hubiera avanzado el proyecto chino de la soja?

En realidad, no fue el único, antes de eso hubo proyectos similares de los israelíes con un Plan de Desarrollo Integral de Valle Medio. Creo que hubieran sido viables y hubieran tenido impacto económico y social. Lamentablemente hay sectores radicalizados, contrarios a cualquier modificación en la naturaleza, que consideran que poner un área bajo riego implica destruir el medio ambiente. Y eso no es así, porque si es manejado correctamente, no necesariamente se va a producir un desastre ambiental. A veces resulta difícil entender esa postura, porque con ese criterio nunca se hubiese desarrollado ningún sistema bajo riego en ningún lado. Mirá, yendo hacia Viedma, de un lado de la ruta hay unas 20.000 ha que se podrían regar desde el rio, y del otro lado de la ruta hay unas 40.000 ha que se podrían regar desde la toma de la Central Céspedes[1] hacia Colonia Josefa, que con su correspondiente sistema de drenaje podrían manejarse adecuadamente. Hubo muchos trabajos de suelos y también proyectos. En el año 53 Iván Bandura, profesor, edafólogo e hidrogeólogo de la escuela rusa – que era previa a la Séptima Aproximación de los yanquis-, de la Dirección General de Irrigación – empresa pública precursora de AyE -, había hecho un estudio excelente de suelos de Valle Medio y de Río Colorado. Hubiesen sido todos proyectos espectaculares, porque esos suelos responden muy bien a las pasturas, y hubiésemos  podido exportar al mundo. Y eso podría haber llegado a satisfacer al menos un poco todo lo que tengo en mi coranzoncito tan esperanzado: ver esas tierras cultivadas. Y no sé si voy a lograrlo…


[1] La Central Hidroeléctrica Ingeniero Guillermo Céspedes comenzó a operar en 1963, pertenece al DPA, abastece de electricidad a la vecina Pomona y a su zona rural, y está interconectada al Sistema Eléctrico Nacional.

Charlando con el Sr. Ignacio González Codoni, contratista de Valle Medio. 2018.

Como gato entre la leña

En los 70, cuando viniste a la zona, el ingeniero agrónomo estaba más ligado a organismos públicos, y hoy eso evolucionó hacia otras formas de relacionamiento laboral. Qué reflexión te merece ese cambio para la profesión?

Acá en los 70 éramos muy poquitos colegas y casi todos estábamos en el sector público. Hoy el sector privado es más atractivo y mejor remunerado. Yo tuve la oportunidad de hacer siempre lo que quería y lo que me gustaba, sin preocuparme demasiado por mis ingresos. Todo cambió, pero los chicos hoy se saben defender muy bien solos, como gato entre la leña. Cada vez hay más y existe gran demanda de profesionales. Los muchachos están bien preparados, hay buenos profesores en la universidad. Moverse como gato entre la leña no te lo da la facultad, pero ojo que si no tenés el “papelito” debajo del brazo, no se te abre ninguna puerta. Hay colegas que son fantásticos y a pesar del contexto del país, los veo con ideas y con ímpetu y  ganas de trabajar. Quizás en algunos casos con más énfasis en lo que van a ganar que en lo que tienen que hacer, por lo que podría decirles que además de eso, que es importante, también deberían hacerse preguntas sobre qué tienen que hacer, si están preparados para hacerlo, si hay alguien que los pueda preparar para ese trabajo. Es esperanzador, porque los jóvenes tienen naturalmente las ganas de hacer y de equivocarse por su cuenta y de aprender del error para corregirlo, y eso es esperanza. Yo participé durante muchos años en CPIA, y me sentí honrado que me distinguieran hace poco con un reconocimiento por mi trayectoria profesional. Creo que en el tema jóvenes sería bueno hacer una actualización o un censo para saber cuántos son, estén o no matriculados, estar en contacto con ellos, conocer sus realidades e intereses y estar en conocimiento de su situación para ayudarlos mejor a insertarse en el mercado laboral. Yo ya no soy joven, pero quiero decir que aún sigo con ganas de trabajar. En este momento estoy en un proyecto con la Ing. Diana Ferández, de la agencia local de INTA, con quien estamos llevando adelante un proyecto de rehabilitación de suelos con yeso pelletizado de alta pureza, y también estoy en un proyecto de investigación de los genes responsables del mecanismo de tolerancia a la salinidad de Spartina alterniflora, una gramínea que vive en las restingas de San Antonio Oeste, investigación con enormes proyecciones en el uso de tierras marginales para la producción de alimentos.

Una pregunta de cierre, Carlos. ¿Ese colega joven que la está peleando como gato entre la leña, es un futuro actor clave para el desarrollo de Valle Medio?

Ojalá. Soy muy optimista con ellos.

Carlos con sus ñietos en su casa de Luis Beltran

Carlos con sus ñietos en su casa de Luis Beltrán